Este cuerpo de palabras
que a los ojos se desnuda
es un grito:
                    Testaruda
mi sombra dejó de hablar.

Algunas cosas macabras
me tienen sin gran cuidado,
mas perder del todo el lado
obscuro
                hace pensar.

¡Hay que incendiarse de amor
              con urgencia!

                                                   El dolor
siempre nos ha condenado
                                                  y no concede sosiego
al tiempo desperdiciado
sin algún rastro de
                                      Fuego

Por mis labios el paisaje
se transforma en un drenaje
de sonrisas
                     y promesas.

Los parasiempres marchitos
observan caer cubitos
de hiel;
          mis memorias presas.

¡Embriágame con un cielo
de lágrimas vaginales
tibias, ponzoñosas!
                         ¡Mengua
la estupidez de este anhelo
que multiplica fatales
aguijones en mi lengua!

No soporto más.
                      Me he puesto
súbitamente de pié
a lo que venga dispuesto.

Observo
             despacio.
                            Esto
es muy extraño. Creo que…

Acepto sin comprender
mientras respiro inseguro,

gravitando

                 el claroscuro
del que quiere y no saber
lo que existe tras el muro.

Herida de luz y miedo
amanece la mirada.

Entre mis manos la enredo
     y al sentirla acorralada
v  a   r   i   a   s       m   u   e   r   t   e   s       le concedo.

Nada encima salvo el cielo
y la tragedia ordinaria.

La boca de mi cesárea
escupe un trozo de hielo.

Tengo ambos pies atados,
he dado el paso final
y en los parpados cerrados
la soledad matinal.

Atentos todos miramos
al diablo con unas perras
y en secreto le envidiamos.

Yo no tengo nada
útil contra el tiempo.
Algo que me evada.

Acercamiento al placer:
Mirar,
         seducir,
                     morder.